* Mientras que en algunos estados la lucha contra la discriminación únicamente la dan las organizaciones civiles sin el apoyo de autoridades estatales, este 17 de mayo celebraran el Día Nacional contra la Homofia en medio de una grave crisis de salud en la población gay
Acento
Allán Sánchez/Alejandro Valencia
A lo largo de los años el término no ha dejado de evolucionar por ampliaciones sucesivas. En 1972, la homofobia se definía como “el miedo a estar con un homosexual en un espacio cerrado”, definición muy restrictiva que quedó rápidamente rebasada en el lenguaje común, como testifica la definición del Pequeño Larousse: “Rechazo de la homosexualidad, hostilidad sistemática hacia los homosexuales”.
Ampliando el análisis, Daniel Welzer-Lang ha sugerido una nueva definición. Para él, la homofobia “es, de modo más extenso, la denigración en los hombres de cualidades consideradas femeninas y, en cierta medida, de las cualidades consideradas masculinas en las mujeres”. (Louis-Georges Tin, Dictionnaire de l’homophobie. Ver más en documentos básicos)
La epidemia invisibilizada por la homofobia
Para nadie es un secreto que la epidemia de sida en nuestro país ha diezmado y afectado de manera desproporcionada a la población gay masculina. Sin embargo, pareciera existir un acuerdo general para tratar de invisibilizar esa realidad. Primero imperaron las buenas razones: había que combatir el estigma tan arraigado y extendido entre la población porque falseaba la percepción del problema ("una enfermedad de maricones"), y activaba el odio potencialmente peligroso contra una minoría. Mas tarde se dio por supuesto que la "comunidad" gay estaba más y mejor informada que el resto de la población y que por tanto no era prioritario el trabajo preventivo en dicha comunidad.
Luego se institucionalizó la deshomosexualización de la epidemia y se decretó la tendencia creciente hacia la heterosexualización del sida: según los datos, los casos femeninos y de adolescentes se multiplicaban aceleradamente, mientras que el porcentaje de casos homosexuales y bisexuales descendía de manera continua. Presentadas sin una lectura crítica, las cifras epidemiológicas parecen confirmar esa apreciación, sin embargo, la interpretación oficial contiene muchas imprecisiones.
Para empezar, el porcentaje de casos que más se ha incrementado es precisamente el de aquellos en que se desconoce la vía de transmisión; es decir, que no se sabe la forma como se infectaron (en 1994 ese porcentaje alcanzaba al 50 por ciento de los casos acumulados). De los 37,388 casos contabilizados hasta diciembre de 1998, más de 10 mil (29 por ciento) se encontraba en la categoría de no documentados.
Según el epidemiólogo José Antonio Izazola, este desconocimiento produce un descenso artificial en el porcentaje de los casos documentados, principalmente en las categorías de hombres homosexuales y bisexuales. Las autoridades epidemiológicas han encontrado una forma de lidiar con este elevado porcentaje de transmisión desconocida: eliminándolo. Para el doctor Izazola, este procedimiento da la impresión errónea de que la epidemia de sida entre hombres con prácticas homosexuales se mantiene estable, cuando en realidad continúa creciendo[1].
De acuerdo con el total de casos de sida acumulados hasta diciembre de 1998, 56.5 por ciento corresponde a las categorías de homo y bisexuales. Pero si tomamos sólo los casos de adultos masculinos esas categorías representan casi las dos terceras partes de los casos (64.8 por ciento). Sin embargo, esas cifras aún se quedan cortas. Algunos epidemiólogos afirman que las prácticas homosexuales son subreportadas. Por tratarse de conductas repudiadas, que no gozan de la aprobación social, muchos hombres callan o niegan sus contactos sexuales con otros hombres. En un estudio coordinado por el ex director del Instituto Nacional de Diagnóstico y Referencia Epidemológica (INDRE), José Luis Valdespino, se encontró, al corregir dicho subreporte, que del total de casos masculinos de sida, 81 por ciento se deben a prácticas homosexuales y sólo 8 por ciento a transmisión heterosexual[2]. La homofobia tan arraigada en nuestra sociedad ha desvirtuado el verdadero perfil de la epidemia.
Pero a pesar de dicho subreporte, las encuestas epidemiológicas dan a los hombres con prácticas homosexuales la tasa de infección más elevada. Las encuestas centinela practicadas, por la Secretaría de Salud (Ssa) arrojan tasas de seroprevalencia del VIH en ese sector de 15 por ciento. Cifra que contrasta con la manejadas por el Banco Mundial (BM) en su reporte sobre la pandemia de sida, donde se da una tasa de infección para homo y bisexuales mexicanos del 32.7 por ciento, 65 veces más alta que la tasa dada para la población general[3].
(primera de dos partes)
Fuentes:
1 José Antonio Izazola, et al. "Transmisión homosexual del VIH/sida en México". Salud Pública de México, volumen 37, núm. 6. Noviembre-diciembre de 1995.
2 José Luis Valdespino, et al. "Epidemiología del VIH/sida en México; de 1983 a marzo de 1995. Ibid.
1 José Antonio Izazola, et al. "Transmisión homosexual del VIH/sida en México". Salud Pública de México, volumen 37, núm. 6. Noviembre-diciembre de 1995.
2 José Luis Valdespino, et al. "Epidemiología del VIH/sida en México; de 1983 a marzo de 1995. Ibid.
3 World Bank, 1997. Confronting AIDS. Public Priorities in a Global Epidemic. Oxford University Press.
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