En la Opinión de Nicolás Alejandro León Cruz
El asunto de las alianzas en algunos de los 15 estados donde este año tenemos elección, ha sido un tema recurrente en las últimas semanas.
Después del conflicto postelectoral del 2006 y del radicalismo de López Obrador de no reconocer al presidente Calderón como el legítimo ganador y, por consiguiente legítimo presidente de México, hacía difícil una reconciliación política entre el PRD y el PAN. Impensable e imposible una alianza entre estos dos partidos.
El distanciamiento cada vez mayor entre la dirigencia nacional solaztequista y López Obrador, Los resultados electorales federales del 2009 que dejaron en el camino al PAN y al PRD y que le permitieron al PRI hacerse de la mayoría en el Congreso de la Unión, crearon condiciones para el acercamiento entre estas dos fuerzas políticas, lo que derivó en alianzas en Durango, Hidalgo, Oaxaca y Puebla.
De inmediato los priistas descalificaron públicamente la alianza entre lo que ellos llamaron la derecha y la izquierda, el agua y el aceite y se trajo a colación las diferencias doctrinales e ideológicas. Temas como el derecho al aborto, las bodas entre personas del mismo sexo, las adopciones de niños por matrimonios gays en las que el PAN y el PRD se contraponen radicalmente salieron a relucir para vaticinar el fracaso y la inviabilidad de las coaliciones.
Sin embargo es justo señalar que un sistema democrático permite y alienta las coaliciones entre partidos, la única condición para que se dé una alianza es su propia viabilidad, y en este caso las condiciones se dieron.
En el PAN hemos insistido que no se trata de un pragmatismo político sino de coincidencias esenciales sobre el diagnostico de la realidad política, social y económica de los estados en donde se gestaron las alianzas
El debate y el contraste de doctrinas y programas ideológicos entre diferentes partidos, supone un mínimo de condiciones democráticas: libertad ciudadana, que los cacicazgos regionales no impongan al estado en cuestión, que no exista situación de completo control y dominio, por parte del gobierno, ya que invariablemente esa situación genera pobreza extrema, corrupción e impunidad.
Cuando no se dan estas condiciones mínimas los partidos tienen la obligación política de generar ámbitos democráticos, dejar a un lado sus diferencias y buscar un Bien Mayor, eliminar cacicazgos regionales y por ende combatir la pobreza, la corrupción, la impunidad e incrementar los programas de desarrollo comunitario.
Quienes piensan que la finalidad del PAN es sacar al PRI del gobierno aliándose con quien sea y a costa de lo que sea, desconoce la realidad que se vive en Oaxaca e Hidalgo por ejemplo. Yo pienso que en esos Estados inclusive, debió sumarse la parte del PRI que no está de acuerdo con la realidad que viven miles de ciudadanos.
Desconocemos cuales serán los resultados electorales que obtenga la alianza PAN-PRD en este 2010. Pero el esfuerzo de buscar coincidencias, de buscar aquello que tienen en común, dejando de lado lo que los divide es un ejercicio de ecumenismo político que deben explorarse en otros escenarios y en otros ámbitos.
De las alianzas en Tabasco, ese es otro tema, otra realidad que con gusto podemos comentar en un posterior momento.
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