lunes, abril 28, 2008

Reflexiones “exclusión” en el PAN


Las elecciones en tiempos diferentes de los 30 integrantes del Comité Directivo Estatal y de los titulares de las secretarías del mismo en tiempos diferentes, después de la nominación de Presidente del Comité Directivo Estatal del PAN, motivan la siguiente reflexión y declaración:

Es incontrovertible que tanto las campañas de los aspirantes a la dirigencia estatal como la elección misma de Presidente de Comité Directivo Estatal del Partido fueron, democráticas y civilizadas. Durante las campañas el común denominador y punto central de coincidencia política de los contendientes, fue su convocatoria a la unidad como factor de cohesión y base despegue para el fortalecimiento del Partido.

Sin embargo los resultados de la elección de los integrantes del Comité Directivo Estatal, lanzaron en primera instancia una señal negativa e inadecuada de la recién nombrada dirigencia, al nominar solamente a cinco del grupo de Toño Lope Báez de los 30 que conforman el Comité, lo que en términos porcentuales es equivalente nada más al 16,6% del 48,1% que representan los 26 votos que Lope Báez obtuvo en la elección de dirigente. En una segunda instancia que arrastraba la inercia de la primera y presagiaba una dinámica más discriminatoria, la nominación de los titulares de las carteras del Comité Directivo Estatal, confirmó lo que ya se traslucía desde antes: que ninguno del equipo de Lope Báez quedaría como titular de cartera alguna.

Si bien el procedimiento mediante el cual ocurrieron ambos eventos es legal no es menos verdadero que al momento de darse las elecciones de los integrantes del Comité y de los titulares de las carteras, Nicolás Alejandro León Cruz olvidó muy pronto su discurso de campaña de llamado a la unidad y en su lugar instauró el de la exclusión, iniciando así un camino difícil y riesgoso de transitar que no abona en nada a la vitalidad del Partido, a la que todos los panistas estamos obligados a contribuir.

El asunto no es pues de legalidad sino de legitimidad y de congruencia de nuestro dirigente en torno de la unidad partidaria o tal vez de concepción sobre la unidad en nuestra organización partidista, además de la falta generosidad. No se trata de formar burocracias internas sino de romper inercias y de incorporar y formar cuadros dinámicos que alimenten y coadyuven a la fortaleza del Partido, que fue lo que animó las más recientes reformas a sus normas aprobadas por nuestra Asamblea Nacional el sábado pasado.

Aún cuan existen indicios de que mucho de lo sucedido hasta ahora, ha ocurrido en contra de su voluntad, al expresar por ejemplo que no estaba del todo satisfecho con la conformación de las carteras del Comité, tuvo que aceptarlo y eso también es grave porque parecería asomar por un lado el forcejeo interno que se da entre los grupos que lo llevaron a la dirigencia y por el otro la situación por lo menos incómoda en que tempranamente se encuentra, al estar en su caso a merced de alguno o de algunos de los integrantes de estos grupos. La responsabilidad de conducir al Partido no recae en ningún grupo, sino en Nicolás Alejandro León Cruz.

El Partido demanda unidad, reconciliación, trabajo, sensibilidad política, negociación y visión, así como también el entierro de todo tipo de revanchismo que rema contra la actividad partidaria e invita a no ver ningún triunfo como la obtención de la lotería, para poder construir un Partido vigoroso, pujante y competitivo.


Escrito enviado por:
Juan Correa López.
Ex director General del Instituto de Investigaciones Legislativas del H. Congreso del Estado.

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